sábado, 5 de diciembre de 2009

Nobel de la ¿Paz?

Hace menos de un mes, el mundo se despertaba con una noticia que no pasó desapercibida en ningún rincón del mundo. El actual presidente de Estados Unidos, Barack Obama, recibía el Premio Nobel de la Paz. El jurado reconoció "sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la colaboración entre los pueblos". Tán sólo nueve meses de mandato fueron necesarios para recibir tan importante y responsable galardón. Las reacciones no tardaron en aparecer, había para todos los gustos, la mayoría sorprendidas, pero poco a poco todo se fue calmando, acontecen tantas noticias diarias que tendemos a hacer hueco en la memoria eliminando información ya procesada. Apenas cuatro semanas después regresa el revuelo. El motivo es el envío de más militares estadounidenses para remitir los ataques talibanes y así intentar que en poco más de un año se pueda establecer un gobierno estable en las fronteras de Afganistán. Cualquiera podría replantearse qué es lo que hay que tener para recibir el nobel de la paz, puesto que si sentamos en la misma mesa a Barack Obama junto con otros premiados como Martin Luther King, Teresa de Calcuta o el Dalai Lama, el hombre del "Yes, we can" podría quedarse mudo y sin argumentos. Pero lo cierto es que si recapacitamos y viajamos en el tiempo, el comité no siempre ha concedido el premio a las personas más pacífistas o tolerantes.Según sus propios estatutos éste se otorga "al individuo o grupo que más haya trabajado por la fraternidad de las naciones, por la abolición de los ejércitos o por la promoción de congresos de paz". Desde luego nada de esto tiene que ver con Henry Kissinger, poco amigo de los derechos humanos o Józef Rotblat, participante en el diseño de la bomba atómica o Anwar el-Sadat, acusado de colaborar con los nazis. Tiene sentido si lo vemos desde el punto de vista de que Alfred Nobel, padre de estos premios, inventó la dinamita.
Por lo tanto no es la primera vez, ni será la última, en la que el jurado de Oslo deje atónito al mundo con sus decisiones, aunque lo más inexplicable es que Mahatma Gandhi, la persona que quizá más materialice los principios de la paz y del premio, nunca lo recibiera.

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