jueves, 30 de octubre de 2008

Vecindario

Duermo al lado de un ascensor y siempre he pensado que a través de ellos se puede medir la vida social de un edificio. En el mío abundan vecinos de la tercera edad, que sólo salen de vez en cuando al rellano para sacar la basura y para los corrillos de los jueves por la noche. Suelo oírlos cuando vengo del supermercado, piensan que hablan en susurros pero para mi gusto superan los decibelios permitidos de un cotilleo con mala leche. Por lo visto en el cuarto hay un piso de chicos donde se hacen fiestas salvajes hasta el amanecer. Nunca nos han invitado. El ascensor de mi edificio tiene mucho más movimiento durante la noche, sea el día que sea, pero nunca llaman a mi puerta. El portero siempre nos echa la culpa de todo, somos las únicas que no le sobornamos y por eso se queja. No se conforma con los bombones y el vino por Navidad. Es un portero de libro. En el sexto, un vecino tiene plantas de Marihuana, yo las he visto mientras tendía. Cada vez hay más. Indagando descubrí que se trata de un hombre de 80 años que piensa que somos hijas de la vecina, una viuda reciente que siempre nos invita a café cuando coincidimos. Nunca hemos ido. Somos malas vecinas de al lado. En el quinto hay una pareja con un perro, creo que se llama Paco, el marido, no el perro. Cada vez que me ve se sube a mis rodillas, el marido no, el perro. Le van las mayores, no las de su tamaño. En frente a nosotras vive el presidente, en el séptimo A, creo que es uno bajito y con gafas, tópico de presidente. También hay un hombre igualito a Eugenio, el humorista, pero sin ninguna gracia. No saluda en el portal y te mira a través de sus gafas negras como si pudiera verte hasta los huesos. No sé si vive aquí o pasa de vez en cuando. También hay artistas en mi edificio, ayer me encontré con un chico y su instrumento. Era muy guapo, él, no su clarinete. Hablaba con su novia por el móvil. También hay moteros, apenas se cabe en el ascensor cuando llevan el traje. Nunca he visto sus motos. En el bajo también hay casas, donde cocinan fatal. Nunca huele rico. También se dan clases de Química Orgánica, siempre hay gente, incluso los domingos. Tiene que ser una asignatura muy difícil. También hay un psicólogo, nunca he visto entrar a nadie, a lo mejor es una tapadera, o un mal psicólogo. Ha sonado el ascensor, se ha parado en el sexto. Creo que mi edificio es aburrido a partir del séptimo piso.

lunes, 27 de octubre de 2008

Americanismos.

Y hablando de americanos...por qué nos encanta copiar todo lo que hacen ellos como si fueran el Dalai Lama de las fiestas patronales? Este viernes, 31 de Octubre, es Halloween, yo toda la vida lo conocí como día de los difuntos, un día en el que me tocaba madrugar lo que no está escrito para ir a misa de diez, ir al cementerio a poner flores y despues salir a comer con la familia. Pero ahora resulta que debemos hacerlo como los americanos, es decir, fiesta y alcohol. Los americanos son así para todo, quien no ha visto esas películas en las que se muere un familiar y se pasan la tarde-noche bebiendo y comiendo mientras el talentoso de la familia toca al piano "Oh when the saints go marching in", sabiendo eso...¿a quién le gustaría morirse en América?. Pues para ellos la noche de los difuntos es lo mismo, pero con calabazas de por medio. La gente se disfraza, pide caramelos por las casas y te llenan el jardín de papel higienico porque no contestaste bien a la absurda pregunta de "¿Truco o trato?"... Por qué nos da por plagiar todo lo que hacen? si han hechos cosas horribles para la humanidad. Ellos inventaron la bomba atómica, el despertador, mataron a Lassie, hicieron de la Macarena un himno nacional y encima nos robaron la fórmula de la Coca-cola. Al final no me quedará otro remedio que celebrar Halloween porque si no tendré que quedarme en casa un viernes, sola y viendo en televisión a María Patiño y Chelo García Cortés, cosa que me parece bastante más terrorífica. Aunque lo haré a mi manera, nada de americanismos, que aunque no sé, tal y como están las cosas, que país es mejor, me quedo con el nuestro que tenemos la tortilla de patatas y eso sí que no lo mejora nadie.

domingo, 19 de octubre de 2008

Con los dedos de una mano

Nos pasamos la vida cambiando. Cambiamos de aspecto, de actitud, de movil, de casa, de coche, de amigos...vamos dejando atrás aquellas cosas que, en un momento dado, resultaban ser una necesidad y al cubrirlas dejamos de necesitarlas. Uno de los "padres" del mundo, aquellos que ya pensaban antes de que Jesucristo perdiera sus zapatillas, decía que "todo cambia, nada permanece" y lo cierto es que tenía razón, no hay nada que dure eternamente y aquellas cosas que llevan mucho tiempo cerca de nosotros de repente se hacen humo y todo vuelve a empezar de cero. Es lo que se suele conocerse como círculo vicioso. Pero lo peor de todo es el cambio a la fuerza, cuando algo se presenta de repente, sin avisar y trastoca todo lo demás. Esas situaciones innecesarias que sólo nos crean conflictos internos, dudas e interrogantes a la mínima que estamos sólos y en silencio. Existe la teoria de que todo lo que cambiamos, no desaparece sino que se transforma...y...en qué se convierte? Imagino que el amor, el gran ejemplo, se reencarna en cariño, o en odio/dolor en la mayoría de los casos; el dolor se transforma en resignación y esta a su vez se disipa en infinitas posibilidades...pero, qué hay de la amistad? cuando desaparece...se convierte en algo? es ley de vida que muchas amistades terminen, o que vayan a menos a medida que el tiempo pasa, pero he empezado a pensar que las amistades que terminan no se transforman en nada por el simple hecho de que nunca existieron, nos confundimos de personas y de sensaciones y es que como bien dice la sabiduría popular, que para mí es la más acertada "los amigos se cuentan con los dedos de una mano", y por esa mano pasan muchos nombres a lo largo de la vida, pero hay un momento en el que te das cuenta de que hay alguno que sigue allí aunque tu propio nombre no siempre mereciera estar en esa otra mano.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Debería existir la inmortalidad

Porque hay quien no tendría que desaparecer nunca. Paul Newman era uno de ellos. El hombre de los ojos azules que conquistó Hollywood de la mejor manera, contradiciéndolo. Viviendo alejado de la parafernalia, siendo feliz con una sola mujer, ayudando a quienes jamás podrían soñar con una vida como la suya, aceptando que los años pasan y demostrando que no son los premios quienes crean al actor.
Es la leyenda del indomable que no tenía ni un pelo de tonto. Un hombre conocido como el buscavidas que los indeseables querían ver con el agua al cuello y las mujeres declaraban ser culpables de amarle. Un hombre de hoy que nunca siguió el camino a la perdición, hecho de una casta invencible y que consideraba que el color del dinero no le hacía un marido rico, sino el hecho de que hubiera para ella un solo hombre. Nunca fue traidor a su patria ni estuvo marcado por el odio. Vivió cada día como si se tratara de su última locura porque su sueño fue dar el golpe y llevarse el premio. Y tras 500 millas de vida y formar parte de dos hombres y un destino decidió observar la vida desde la terraza, esperando a Mr. Bridge. Pero tras el largo y cálido verano llegó su día del fín del mundo y al caer el sol su veredicto final ocurrió con ausencia de malicia. Dejó un mensaje en una botella donde escribió cuatro confesiones, entre ellas una que decía: veo la ciudad frente a mí y sé que un día volveré pero mientras tanto, junto a la gata sobre el tejado de zinc, esperaré.


Hasta la vista Paul.


http://www.youtube.com/watch?v=nw46vwLfJ74

lunes, 13 de octubre de 2008

A partir del cuarto whisky se me va la inspiración...

Pero aparece otra cosa. Dicen que los niños y los borrachos nunca mienten, aunque siempre he creido que debería decirse que ellos no ocultan información y yo me pregunto...en esos casos nos comportamos como realmente somos? hacemos cosas que de manera sobria no nos atreveríamos a mencionar? o por el contrario aparecen aquellas que jamás quisieramos hacer en realidad?. A la mañana siguiente, cuando todo deja de estar borroso, solemos sentir punzadas de arrepentimiento, término tambien conocido como resaca. Es ese el castigo por el mal comportamiento, o el recuerdo de que hemos sido nosotros mismos durante un buen periodo de tiempo?. Los cínicos critican a quienes afirman que sin dos copas de más no son capaces de pasar una buena noche, creo que, en el fondo, es una manera de evitar la idea de que todos somos más divertidos cuando no estamos en nuestros cabales, o al menos más salvajes y despreocupados. Sacamos aquello que normalmente se queda dormido el resto del día, aunque...hasta que punto eso es sano para nosotros?