lunes, 9 de marzo de 2009


Recuerdo la primera vez que leí “La Casa de Bernarda Alba”. Estaba a punto de hacer la Selectividad y mientras avanzaba en su páginas me imaginaba cómo sería el aspecto de la Matriarca...resulta curioso que años después haya podido colocarla en la realidad. Esas ideas opacas, sin aperturismo, tan atrasadas en el calendario siguen estando presentes en una parte de nuestro país, en la España profunda, allí donde los cambios y los pasos agigantados hacia el futuro aun no han llegado y quizá tampoco se les espera. Una vida en blanco y negro, con sabor a ducados y mentalidad rancia. Nunca he visto a la mujer que para mí es la mejor personificación de Bernarda Alba y dicho sea de paso, espero no hacerlo nunca. He oído tantas cosas de ella que el conocerla sólo sería un mínimo detalle más. Sé que para ella los hombres son “algo” que no puede hacer las cosas por si mismo y por ello las mujeres hemos nacido con el fin de hacerles la vida mucho más fácil. Nosotras no necesitamos una carrera, necesitamos un marido que la tenga y que nos ampare hasta el último suspiro mientras nosotras ahogamos nuestras ambiciones en el más hondo de los olvidos. Para ella sólo hay una palabra, la suya, las demás no decimos más que monsergas y “calladitas” estaríamos todas mucho mejor. Por ello, en estos momentos, más que nunca, me alegro de que un 8 de marzo, de cuyo año no quiero acordarme, cientos de mujeres gritaran aquello de “We can do it” y consiguieran todo eso de lo que hoy en día disfruta “el sexo débil”. Aunque por desgracia aun queden en pie mujeres como Bernarda Alba.

1 comentario:

obaobab dijo...

todavía quedan, pero cada vez son menos....

y cada vez somos más las que no nos conformamos con ser el sexo débil, ni con ser la sombra de nadie, ni ..un millón de cosas más para las que nuestras cabecitas no están preparadas.

besín