viernes, 9 de enero de 2009


Hoy he sentido lo mismo que siente un niño cuando ve el mar por primera vez, esa alegría que producen aquellas cosas que se observan de cerca cuando normalmente sólo se ven a través de una pantalla. Abrir la ventana y ver que todo está blanco y que la nieve no da tregua ha sido toda una sorpresa. Madrid se ha convertido en un mural digno de captar por cualquier retina. Los parques, los mumentos, las calles se han hecho protagonistas de excepción, aquellos lugares por los que pasamos una y otra vez sin apenas levantar los ojos del asfalto se observaban como si fuera territorio virgen. Y es que la nieve consigue sacar esa parte infantil que todos llevamos dentro y que pocas veces llega a ver la luz. Lo mejor sin duda ha sido descubrir que la mejor manera de ver la nieve no es a través de una ventana sino saliendo a la calle y dejándo que te cubra por completo mientras aprecias de nuevo esa ciudad que una vez, hace ya mucho tiempo, te dejo sin habla.

2 comentarios:

obaobab dijo...

jo, que envidia, ya sabes que en Llanes no pasa eso.....

Habrás echo algún muñequín de nieve no???

Ya tengo ganas de vernos otra vez!!!!

Coño, que lo pasamos tan bien....
Muak

Anónimo dijo...

Me encanta tu blog begoooo, soy Javi d almendralejo !!:P